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Nombre Sobre Todo Nombre

Estamos en un tiempo en que los verdaderos testigos de Jehová se tienen que levantar.  Es el tiempo en que el nombre del Señor tiene que ser exaltado.

Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;  y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Filipenses 2:8-11)

Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. (Mateo 1:21)

El poder legal nos autoriza a actuar en nombre de otra persona.  Si se ha conferido un poder ilimitado se puede firmar sus cheques, vender o comprar propiedades y representarlo en cualquier lugar.

Jesús mismo nos autorizó a meternos donde quiera en su nombre.  Hay personas que son tan naturales que el diablo les está atacando y no han podido usar el nombre legal que Dios nos ha dado, para poder irrumpir en el nombre que es sobre todo nombre para echar hacia atrás toda influencia del maligno.

El mundo natural es reflejo del mundo espiritual.  Cuando sabemos quien ha tomado dominio y autoridad y a quien Dios le dio el poder se vive una vida victoriosa.

El enemigo viene a nosotros con lanza y jabalina pero nosotros vamos en el nombre del Todopoderoso Dios.

Hay que aprender a usar el nombre de Jesús y a movernos en autoridad.  En el nombre de Jesús, hay  poder.  Todo plan organizado por las tinieblas queda desbaratado cuando alguien llega en el nombre de Jesús.

Las batallas del cristiano se pelean de rodillas, así se denuncian, se pelean y se ganan.  Luego en el mundo natural demandamos lo que en el mundo espiritual ya fue hecho y tiene que someterse.

Cuando Dios dice que moverá las cosas a nuestro favor no hay otro nombre sobre ese nombre.  No hay nada no nombre más grande que el de Jesús.  Hay cosas que todavía no se han dado porque en el diseño de Dios hay cosas mayores, más grandes y hermosas.

 

Para cada tiempo hay un diseño mayor.  Vamos de gloria en gloria y de victoria en victoria.

Las batallas verdaderas se ganan en el mundo espiritual.  Cuando David venció a Goliat lo hizo primero en el mundo espiritual por unos decretos que había hecho con anterioridad.  El tomar las piedras era un acto de fe para derribar ese gigante.

En el nombre de Jesús hay poder legar que nos autoriza en el mundo espiritual a movernos a nuestras anchas.

El nombre de Jesús nos autoriza a abrir puertas, romper cerrojos.

 

Por medio de ese nombre es que conseguimos la salvación, la sanidad de nuestros cuerpos, la victoria sobre las fuerzas del enemigo, el acceso al Padre en oración.

 

Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. (Hechos 4:12)

Desde el momento en que comenzamos a hablar en el nombre de Jesús, el infierno se alborotará.  Aún así no nos podemos avergonzar del evangelio, ni de hablar de Jesús.  Al enemigo no le gusta escuchar ese nombre, porque cada vez que lo oye recuerda que el fue derrotado y avergonzado públicamente.  Hasta los ángeles caídos que fueron engañados, se dieron cuenta que el nombre de Jesús era mucho más grande que Lucifer.

 

Como creyentes no podemos aceptar los estados depresivos.  Vienen tristezas y momentos difíciles pero no podemos sumergirnos en eso.  Siempre hay que recordar que hay un nombre más grande que todo.  No podemos obviar que hay un eterno intercesor a la diestra del Padre.

 

La iglesia no puede dejar de creer ni de orar.  No podemos quedarnos callados, ni cambiar el nombre de Jesús para quedar bien con alguien, tenemos que mantenernos Cristrocéntricos.

En el nombre de Jesús hay poder y salvación.  Hay que volver a lo sencillo, a las bases y a lo que hizo que la iglesia reventara de bendición.

 

Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.  Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra. Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; y conferenciaban entre sí, diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. Ellos entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había hecho, ya que el hombre en quien se había hecho este milagro de sanidad, tenía más de cuarenta años. (Hechos 4:13-22)

 

Dios hace que la gente del vulgo se vuelva extraordinaria.

Cuando un hombre y una mujer tienen una experiencia real con el Señor, nada ni nadie puede quitarnos el hablar de Dios.  Después de conocerle ¿Cómo le vamos a negar?

Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. (Lucas 10:17)

Cuando se habla de Jesús, todo cambia.  Si un hombre o una mujer tienen una experiencia verdadera y un encuentro con el Señor, nadie puede quitar que hablen de él.

¿Cómo podemos negar a Jesús, si él no lo hizo con nosotros?

Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad. Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre.  (Hechos 5:40-41)

Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. (Lucas 10:17)

Si queremos ver la gloria de Dios, no podemos dejar de hablar de él.

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